Presentación ante
la Secretaría de DD.HH. de la Nación en razón de la sanción de
ley 26.913 de reparación histórica
Por Abel Langer
Las actividades políticas del suscripto comienzan
alrededor de los años 1955/56, posteriormente al golpe militar del
septiembre del ’55 dado que trabajaba en el Correo Central y fui
testigo involuntario de los bombardeos de junio de 1955 a la Plaza de
Mayo y sus alrededores. En ése lugar de trabajo comencé mi
militancia político-sindical teniendo como compañero de las mismas
a Héctor Anabitarte(*). En el año 1959, a raíz de una huelga de
trabajadores postales y producto de mi posición intransigente con la
dirección del sindicato (Foecyt), sufro una serie de traslados a
diversas sucursales hasta que soy despedido en al año 1960. Al mismo
tiempo mi militancia se desplazó, en razón del conflicto
universitario conocido como “laica-libre”, a la Universidad,
Facultad de Filosofía y Letras, en donde cursaba la carrera de
sociología ya desde el año 1958, participando de la militancia
estudiantil y como miembro del CEFYL (Centro de estudiantes) soy
elegido para viajar representado al mismo, a la FUBA y a la FUA, al
“Festival de la juventud” a realizarse en la ciudad de Viena en
el año 1959. Posteriormente al mismo viajo a los países socialistas
(Hungría, Checoslovaquia y Polonia, país este último en cuya
ciudad de Poznan presido un congreso en razón de cumplirse en 20
aniversario de la invasión de la Alemania nazi a Polonia:
19/IX/1939-19/IX/1959))
En al año 1960 siendo miembro de la dirección
del CEFYL soy elegido delegado a FUBA y será en ése mismo año,
antes de ser dejado cesante en el Correo, donde se realiza un
allanamiento a mi casa, en la localidad de San Andrés, Pcia. de Bs.
As. por fuerzas policiales y trasladado a DIPA (División
Investigaciones Políticas Antidemocráticas, posteriormente
Coordinación Federal), se llevan libros y diversos objetos
personales y revisando la casa que era de mis padres, permaneciendo
en las dependencias de DIPA durante aproximadamente 5 días, sin ser
interrogado y, sin dar ninguna explicación, se me otorga la
libertad.
Deseo aclarar que en mi pasaporte no tenía
ninguna huella de mi ingreso a un país socialista dado que esta
marca en el pasaporte podía dar lugar a alguna represalia, como
realmente sucedió.
Posteriormente,
en la semana santa de 1963, en un nuevo allanamiento a la casa de
mis padres, a la madrugada, en un operativo conjunto de policía
federal y ejército dirigido por un capitán del ejército, se
requisa toda la casa y se me traslada, primeramente a la comisaría
de Villa Lynch y luego de unas horas a las dependencias de DIPA en
donde siendo alrededor de 60-70 compañeros que luego de permanecer
alrededor de 48 horas en estas dependencias se nos traslada, de
madrugada, a la cárcel denominada “de Caseros” (Cárcel de
procesados U.16) en donde somos alojados en el pabellón N° 7. Entre
las personas con quienes compartí la detención recuerdo al Dr. Juan
José Hernández Arregui, Dr. Manuel Galich (quien había sido
embajador de la república de Guatemala, bajo el gobierno de Jacobo
Arbenz, en la Argentina y que se encontraba viviendo en nuestro país
en carácter de exiliado y que producto de su detención se le
destruyeron los originales de l libro que estaba escribiendo acerca
de la historia de América Latina), al fundador del Teatro del Pueblo
y autor teatral, periodista y director del periódico “Propósitos”,
Don Leónidas Barleta, Dr. Citrinovich, director del Hospital
Fiorito, al psicoterapeuta Dr. Hector Fiorini, quien, siendo todavía
estudiante, se desempeñaba como miembro del consejo directivo de la
Facultad de Medicina de la UBA, al Sr. Eduardo Goligorsky, escritor,
al Sr. Mario Zumbo, con quien mantengo relación de amistad, Profesor
Luis Iglesias (autor de un clásico: “La escuela rural unitaria”)
y con el maestro Baldani, director de la escuela “República de
Cuba” (primera y pionera en implantar la doble escolaridad en base
a un modelo traído, precisamente, de Cuba).
Con el Dr. Fiorini y con otro compañero cuyo
nombre no recuerdo compartimos la dirección de “la comuna”
(organización interna del pabellón que programa y organiza las
actividades, cursos así como los alimentos que se recibían de
parte de la Liga por los Derechos del Hombre y los turnos de limpieza
e higiene así como pedidos a la dirección del penal y la salud de
los miembros del pabellón).
En un pabellón vecino se encontraban
detenidos los compañeros acusados por el plan Conintes (Conmoción
Interna) De este grupo recuerdo al compañero Carlos Alberto Burgos.
Se nos fue dejando lentamente en libertad (2
ó 3 por cada noche: al llamado, alrededor de las 2-3 de la
madrugada: fulano de tal: “con todo”) después de pasar de 3 a 5
meses presos y como consecuencia de una exigencia de quien asumiría
el ministerio del Interior, Dr. Rodolfo Martínez, bajo el gobierno
de José María Guido
Debo aclarar que previamente a iniciar mis
estudios de sociología estudié un año la carrera de abogacía y
con el Dr. Martínez rendí examen de Derecho Político.
Posteriormente, en el año 1964, se me detiene
en “El cultural”, bar-confitería ubicado el lado de “La
academia” (donde actualmente funciona el hotel “Bauen”), hoy
desaparecido, en la avenida Callao, lugar de reunión de la
militancia de la Facultad de Filosofía y Letras, se me traslada a la
comisaría 5ta. y me alojan en un calabozo, lugar en el que
permanezco 4-5 días, posteriormente soy “revisado” e interrogado
por el comisario a cargo de la seccional y una madrugada se me otorga
la libertad, sin explicación alguna. Libertad que ocurre en razón
de múltiples gestiones de referentes políticos.
Será este bar, lugar emblemático de varios
compañeros de militancia que luego serán desaparecidos en los años
’70, como Daniel Hopen, Roberto Carri, Ana María Caruso, Nora
Wolfson, Alberto Noailles, Jorge Rébori, Miguel Angel Bustos ó
morirán en el intento guerrillero del EGP en Salta, que comandaban
Masseti (Segundo) y Ché: Diego Magliano y Marcos Schlaster
Posteriormente instalo un quiosco de venta de
revistas, libros. objetos como tallas y cerámicas así como una
exposición de originales y “collages” del grupo “Espartaco”
(grupo de artistas plásticos coordinado por Ricardo Carpani) en el
sótano de la facultad en la calle Viamonte, en los años 64 y 65, y
posteriormente al trasladarse ésta a la Av. Independencia abro una
librería en Urquiza 774 con mi nombre: “Abel Langer Librero”
hasta el mes de enero del año 1976 en que termino de cerrarla entre
otras razones porque recibo una amenaza de la triple A, durante un
año quemo libros en un taller mecánico propiedad de un familiar,
siendo único librero de la zona que quedó con vida.
Al quiosco y a la librería hace referencia José
Pablo Feinmann en su novela “La astucia de la razón”(Pag.42), en
su “Historia del peronismo” y en los diálogos entre Horacio
González y Feinmann en “Historia y pasión”, paginas 32-33.
Mi prontuario debe existir porque en el año 1974
fui interrogado por el comisario Dardo Rodríguez, jefe de la
división “Delitos económicos” de la Policía Federal y tenía
mi prontuario sobre su escritorio leyéndolo mientras me interrogaba:
desarrollándose el siguiente diálogo: “esta leyendo mi
prontuario, comisario?”, “como se dio cuenta?”, “por la forma
como me mira…”
Esta persona luego fue subjefe de la Policía Federal
durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, cuando era el jefe el
fallecido comisario Pinkler.
Debo aclarar que, de diferentes formas, seguí, en
diferentes momentos con mi militancia política
Como había estado detenido y había sido director del
“Centro de Estudios Psicosociales del trabajo” de la Facultad de
Filosofía y Letras durante el rectorado de los doctores Puigrós y
Solano Lima y el decanato de la Dra. Adriana Puigrós hasta la
intervención de Ottalagano sabía que podía resultar riesgoso para
mi y mi mujer e hijo intentar salir del país rumbo al exilio por lo
que opté por quedarme vendiendo todo lo que estaba a mi nombre,
casa, vehículo y poner lo que compré, casa y auto a nombre de otra
persona, lo hice a nombre de mi abogado el Dr. Norbeto Lorenzo, (ex
juez que participó en el juicio a Etchecolaz y Von Wernick) por lo
tanto me mudé y “desaparecí” de todos los lugares en donde
podían encontrarme, es decir realicé lo que se denomina “imcilio”
lo que motivó a que muchas personas amigas y conocidas me dieran por
“desaparecido” y recién con el advenimiento de la democracia
volví a “salir a la superficie”, a aparecer, lo que motivó
muchas veces escenas de angustia de aquellos que me veían nuevamente
cuando me habían dado por muerto y hasta se había ubicado el lugar
en donde me habrían “chupado”
Mi lugar de pertenencia político actual es, desde su
formación, el espacio Carta Abierta
(*) Hector
Anabitarte, que actualmente vive en España y ejerce el periodismo es
uno de los pioneros y fundadores de la comunidad homosexual de la
Argentina que en los 60-70 se reverenciaban con otra sigla y que el
año pasado fue homenajeado por la Secretaría de DD.HH. de la Nación
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