jueves, 26 de abril de 2012

Del “encuentro” entre un lector y su texto



 
              “Siendo yo un joven estudiante, el deseo de leer el inmortal “Don Quijote” en el original cervantino me llevó a aprender, sin maestros, la bella lengua castellana. Gracias a esta afición juvenil puedo ahora - ya en edad avanzada - comprobar el acierto de su versión española de mis obras, cuya lectura me produce siempre un vivo agrado por la correctísima interpretación de mi pensamiento y la elegancia del estilo. Me admira, sobre todo, cómo no siendo Usted médico ni psiquiatra de profesión ha podido alcanzar tan absoluto y preciso dominio de una materia harto intrincada y a veces oscura.”(*)
                                                                                                                                                                                                                       Sigmund Freud 

                                                                
             1- Este encuentro de Freud con "El Quijote" es el momento del encuentro inaugural entre un LECTOR y un TEXTO. Texto que habla de las andanzas de un demente a quién  “se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio” como se puede leer en sus primeras páginas, tal como escribe la voz escriba que relata: “Quieren decir-(algunos dicen)- que tenía el sobrenombre –(apellido)- de Quijada o Quesada que en esto hay alguna  diferencia en los autores que de este caso escriben, aunque por algunas conjeturas verisímiles se deja entender  que se llamaba “Quijana”: en esta suerte de caja de pandora ya el autor nos enfrenta con la tarea de encontrar diferentes nombres para un mismo personaje que a su vez está refrendado por supuestos otros “autores”  y que nos pone ante el dilema de saber de donde proviene la locura: si es del sujeto-Don Quijote- sujeto que enloquece leyendo novelas de caballerías o desde el autor que nos propone perdernos en una lectura que supuestos otros han escrito para nuestro propio enloquecer de no saber, desde el inicio, desde el mismo acto de nombrar al personaje donde está el sujeto de quién el relator-escriba-voz nos va a decir como formando parte del corpus de la literatura, (las novelas de caballerías, junto a relatos de pícaros y de encuentros amorosos eran considerados relatos ó formas subalternas de “entretenimientos”).


            El lector, aquel que ejerce la práctica de la lectura, realiza esta práctica desarrollando un dispositivo que comienza con un pacto que establece con el texto y este pacto se sujeta en el pivope de una operación secreta que recién en otro momento, a posteriori, sabremos de los efectos que produjo una lectura y lo sabremos por los efectos de ésta, y, a su vez, après-cup, podremos decir algo sobre ésta operación.

           2- El encuentro de Freud y el Quijote a acontecido a menos de un siglo de lo que se denomina la "revolución del lector": es decir del encuentro de los escritores de la Ilustración: Diderot, Montesquieu, Voltaire, Rousseau y los caudillos de la Revolución Francesa: Marat, Dantón, Robespierre ó entre aquellos escribas y nuestros caudillos de la Revolución de Mayo: Belgrano, Moreno, Castelli. Estos sujetos que leen producen actos y estos actos tienen efectos sobre la historia que ni los que escribieron lo pensaron, porque el texto se independiza del autor y es el lector el que revalida sus títulos y realiza un acto que puede conmocionar a una sociedad, puede realizar actos temerarios ó rayanos en la locura ¿Si no, como podemos pensar la voluntad de quienes hicieron la Revolución de Mayo desde una aldea de 60 manzanas y mandando expediciones al “Alto Perú” o a lo que hoy conocemos como Paraguay?

A esto lo denominamos: “El poder del lector”

           3- Pero es en "El Quijote" en donde nos detendremos por ahora, para decir que la práctica que éste personaje hace de la lectura no se diferencia en nada de la práctica de lectura que hacemos cuatro siglos después. A su vez, "El Quijote", es uno de los libros más "librescos" que se hayan escrito en lengua castellana y la locura del protagonista es inseparable de una determinada forma de plantear la lectura y de poner en práctica lo planteado, así como el significado del conjunto de los libros que el hidalgo se había comprado, su organización interna y la función que como campo semántico desempeña aquel conjunto en la historia que cuenta Cervantes. 
           Porque “el loco” es un lector singular que lee el conjunto como un conjunto y por lo tanto la totalidad de los libros de caballerías se sostiene en la totalidad de las caballerías y no en una realidad ajena a aquellos libros: no representan, son una realidad (aquí está su locura) y por otro lado todo lo que encuentra a su paso por la Mancha está mediatizado por el mismo conjunto de libros: el caballero andante ve en el mundo lo que antes vio en la página impresa.

           4- Pero aquí hay algo que nos sorprende y es que los mecanismos que determinan las lecturas del Quijote a nosotros no nos sorprendan y quizás no nos sorprenda porque el mundo es texto y nada encontramos fuera de los signos que lo componen, y si su forma de lectura es parecida a la nuestra es porque El Quijote lee literatura literariamente, instalando una forma discursiva que es literaria pero con una condición diferencial: el caballero andante era un loco mientras quien lee este escrito podría ser un docente universitario (que habla de los “locos”).
La diferencia está en que las lecturas se dan en un marco institucional. Y será ése marco institucional que denominamos "campo" de la literatura el que desde su "locura" creará El Quijote, con su descripción de una, su biblioteca, el que dará lugar a que todos los que continuaron enriqueciendo con sus escritos y lecturas el campo inaugurado por el genial cervantino de la mano del "su" barón rampante ya estén instalados definitivamente en ése "campo" que los contendrá y los regulará impidiendo las infiltraciones de lo real que enloquece: ésta será la función perpetuamente inaugural para la literatura castellana que ejerce la escritura del Quijote: ésta es la empresa quijotesca que propiciará la posibilidad de la puesta en marcha de fecundos encuentros entre un TEXTO y un LECTOR

Bibliografía:

Edward Baker: "La biblioteca de Don Quijote". Marcial Pons, Ediciones jurídicas y sociales, S.A. Madrid, España. 1997
Pierre Bourdiau: "Campo del poder y campo intelectual". Folios Ed. Bs As, Argentina. 1983
Carlos Altamirano-Beatriz Sarlo: "Ensayos Argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia". Cedal, BsAs. Argentina. 1983
Sigmund Freud: "Obras Completas". 3 Ts. Edit. Biblioteca Nueva. Madrid, España,. 1948/1969
"Obras Completas" 22 Ts. Editorial Santiago Rueda. Bs.As., Argentina. 1955
Traducción para ambas ediciones de Luis López-Ballesteros y de Torres y Ludovico Rosenthal.

(*) El reconocimiento de Freud es a su traductor Luis López Ballesteros y de Torres



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