El texto que se acompaña fue escrito y distribuido por Sonia Gianotti,
psicoanalista, en razón de lo que se denomina “cacerolazo” que el mismo y la
manifestación con que se acompañó fue efectuado por sectores de la oposición al
gobierno argentino dando lugar a diferentes opiniones de estos sectores,
agraviantes para la investidura presidencial y para los sectores populares que
acompañan su gestión
Las declaraciones espontáneas de manifestantes del último
cacerolazo, acompañadas de gesticulaciones y carteles injuriantes, parecen dar
expresión directa de un odio originariamente visceral, irracional y que
sólo secundariamente encuentra razones argumentativas.
Pero los sentimientos, aún los pasionales, no son meros humores
desprovistos de toda lógica, aunque no sea la lógica con que se los pretende
explicar. Es posible que las razones con que se pretende justificar el odio
enmascaren y denuncien a la vez las motivaciones en que dicho odio se
sustenta.
Valga como ejemplo el tema de la Asignación Universal por
Hijo.
Cuesta entender por qué este particular beneficio social ha
encontrado tanta crítica encendida, tanto rechazo y sobre todo tanta indignada
declaración sobre la "indignante" medida.
Un repaso de las argumentaciones: el dinero que el estado "les
dá" se malgastaría en alcohol, paco y/o juego. Los beneficiarios son vagos
desde siempre, a quienes el conjunto social mantendría con su esfuerzo; las
jóvenes se harán embarazar ininterrumpidamente al sólo efecto de cobrar las
asignaciones; el dinero lo gastan en zapatillas de marca y celulares carísimos,
etc, etc.
Si quienes así despotrican no carecen de medios para acceder a
esos bienes ¿Cuál es, entonces, el reclamo?¿De qué se sienten despojados para
sentir tanto rencor?
Entonces no se trata de lo que no tienen. Se trata de lo que los
otros reciben. Pero, sobre todo, de cómo lo reciben: les llega de arriba. Ni
como retribución por un trabajo, ni por mérito ni tan siquiera contrayendo una
deuda. No, se trata de que reciben un Don. De este Don los manifestantes
indignados están excluídos.
Estos indignados no son tenidos en cuenta a la hora de
ese reparto, así sea un magro o mínimo reparto. No importa el monto, importa
que están por fuera de esa fiesta que imaginan tal, por no tener acceso a
ella.
Y si de imaginar como gozan los otros se trata, proyectan
brutalmente todos sus fantasmas: ellos, los otros, gozan "viciosamente"del
alcohol, del juego, del sexo... y ¡cuánto gozan!: como locos, como cerdos, como
negros...
¡Qué impresionante inversión ha producido la Asignación
Universal por Hijo! ¡Que los excluídos de siempre sean envidiados por los que
supuestamente no tienen nada que envidiar!
Si de los pecados capitales se dice el peor, es porque la
envidia es destructora de todo lazo social. No se trata de querer lo que
tiene el otro, lo que se envidia es la capacidad de disfrute que el otro
manifiesta o se le supone, Es por esta razón que el desposeído puede ser
envidiado por el poderoso, cuando éste se supone excluído de la capacidad de
gozar que imagina en el primero.
En este sentido, no se trata de la mentada envidia a esa
mujer, Cristina, sino a aquéllos a quienes ella dirige su mirada. Ella los
mira y les “asigna” un lugar. La política de inclusión, que intenta incluir a
los eternos excluídos, es vista por estos indignados manifestantes como una
exclusión de ellos mismos. Entonces, ¡qué revolucionaria es esta Asignación
Universal por Hijo! Para ser vistos han debido colgarse un cartel, paradigma de
la desposesión, que dice: "en Recoleta también pasamos hambre".
Sonia
Giannotti
Muy interesante esclarecedora interpretación! Una colega en una ONG dedicada a apoyar a las escuelas rurales comentó enojosamente acerca de la 'Asignación': "Yo también quiero estar incluida," frase incomprensible observando como las ventajas sociales y económicas le permitan dedicar su tiempo generosamente a otros con mas supuestas necesidades, hasta que se entiende que no le gusta que ellos tengan algo a lo cual ella no accede.
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