De violencias,
criminalización y discriminación de niños y adolescentes
El texto que se acompaña fue publicado en el número de la revista “Imago” del 16/VI/2009, publicación del campo psi.
- La
degradación de la vida cotidiana es una de las formas como podemos leer que se
inscribe la violencia pero de lo que trataremos es de la violencia con niños y con jóvenes y de la judicialización, criminalización y
discriminación de éstos en función de requerimientos que se muestran
paradojales: mientras se arroja a amplios sectores de la población a la
miseria, el hambre y la marginación se insiste en estructurar una sociedad de acuerdo
a parámetros que determina una clase social. La paradoja se da en que hay una
crisis social, económica y subjetiva y se intenta medir con los mismos
parámetros a todos los sujetos mientras que la “igualdad” seguiría siendo una
mera ilusión donde poder referenciarnos.
- La criminalización
del niño, el púber y el adolescente nos puede adelantar un mundo sin categorías
de pensamiento donde el niño y el joven sean, en la “cabeza” de los adultos, no
niños y no jóvenes. Una ley - desde la juridicidad - no soluciona el problema;
la sociedad debería poder aceptar que hay por lo menos dos generaciones de
niños y jóvenes que están en situación de riesgo y algunos han pasado el límite
de ese riesgo al estar arrojados a la pérdida tanto de sus posibilidades
subjetivas como físicas: es decir que muchos de estos niños y jóvenes están ya sumidos en la catástrofe y son
irrecuperables. El ejemplo de esto son los denominados “chicos fantasmas” que
habitan en el interior de alguna villa y que son llamados así por los propios
habitantes de estos asentamientos: quiere decir que nunca saldrán, nunca
accederán ni siquiera a hacer malabares en la avenida 9 de Julio, están
condenados a morir ahí donde están, abandonados dentro mismo del asentamiento.
A esto se ha llegado con el agravante que, en determinadas situaciones, si los
detectan consumidores, no son atendidos en las guardias de algunos hospitales y
si se los atiende se les hace la cura imprescindible –si llegaran lastimados,
heridos o enfermos– y se los devuelve al asentamiento. Devolución: significante
a tener en cuenta, así como el cartel que dice en la entrada de un servicio de
salud mental de la Ciudad “autónoma” de Bs. As.: “No se atienden pacientes
psicóticos”(sic!) o aquel otro que “reza”: “No se atienden pacientes
drogadictos”(¡!!), dentro de poco tiempo se llegará a anunciar, para
inspiración de José Saramago: “En este hospital no se atienden enfermos”.
- Niño,
púber, adolescente son categorías conceptuales que - acompañando a un nuevo mundo productivo– se
desarrollaron desde finales de la Edad Media y los orígenes de la Modernidad en
Occidente, y que correspondió a nuevas formas de entender el mundo de la niñez
que poco a poco se fue incorporando como concepción al universo todo: el niño
dejó de ser un adulto en miniatura para pasar a ser considerado un sujeto que
tenía su mundo y al que correspondía acercarse desde categorías conceptuales
específicas. Este mundo infantil tiene sus propias categorías y leyes de
funcionamiento con sus ilusiones, fantasías, ensueños, sueños, juegos y realidades,
y es lo que está en riesgo de ser arrasado con la aniquilación de su espacio
vital y conceptual desde nuestra propia cosmovisión etnocéntrica del mundo y de
la vida. De esto deberíamos estar avisados: el mundo que se avizora es un mundo
en donde los niños y los jóvenes conviven con la degradación con que los obliga
el mundo de los adultos. Y con la violencia que este mundo de adultos los abusa
sobre sí y a ejercer sobre el otro.
- La marginación de niños, púberes y
adolescentes de otra clase social no se toma por categorías de clasificación
para diferenciar por edad, condición social, etc. sino que abarca a todos los miembros
que conviven en esta misma sociedad y de esta clase social, poniendo en
evidencia la contradicción del ilusorio paradigma de igualdad.
- El
resultado es que están desapareciendo las categorías conceptuales con que nos
había arropado el pensamiento de la modernidad: ahora, para el pensamiento de
la “nueva derecha” ya no quedan ni niños ni jóvenes, se intenta criminalizar y
de hecho se los criminaliza a todos por igual y aquellos que son efectivamente
delincuentes son llamados, denominados por los medios, “los chicos”. Pero aquí,
la palabra cumple la “función tero”, como
la denominara Oscar Masotta: que grita en un lado y pone el huevo en el otro. La
palabra muestra pero al mostrar esconde ¿Qué muestra? Que los niños a
judicializar son los de una clase social, y los niños y jóvenes a quienes se
les otorga el “beneficio de la duda” y la denominación de “chicos” y “jóvenes
empresarios” pertenecen a otra clase social que usufructúa, sin códigos ni
normas, los beneficios de su lugar en la estructura social: es éste el mundo al
que estamos asomados, es ésta la proximidad de la tragedia que debemos pensar y
hacia la que sugiero dirigir nuestras reflexiones y nuestros actos. Lo que está
velado, lo que esconde esta lengua “malinche” es que se “hace” diferencia en
como se los denomina en esta ilusoria democracia formal
- Universo del lenguaje que esconde y
muestra... discriminación y segregación por el color de piel y por los bienes
que se posee, violencia y arrogancia de clase y de raza. En esta vidriera están
los “lindos, blancos y buenos” y del otro lado –donde el espejo ha estallado–los
“feos, sucios y malos”, mundo a esconder y a mostrar pero para producir
segregación y rechazo, universo a separar y a expulsar y que se exterioriza, se
muestra en el acting de violencia y muerte sin sentido.
Éste es, quizás, el indicador que
angustia: la falta de sentido de muchos de los actos a los que asistimos, niños
que cumplen órdenes de algún “crumiro”, explotador de menores o de otras
instancias sociales en las que está inmerso. Esta es la forma que muestra como
el extremo de la explotación y la discriminación se expresa: niños arrojados a
la prostitución, al consumo, al asesinato, lobotomizados sociales, robotizados
por el poder o el explotador de turno.
- Éste es el universo “total”, universo producto de la “ciencia
estadística” donde el sujeto no es tenido en cuenta, donde el sujeto desaparece
(nueva figura de la desaparición): éste es el mundo sin discriminar por su
historia vital y su lugar en la constelación familiar y es éste un universo que
se “vende” como igualitario y, como consecuencia, un número de una estadística
a tener en cuenta por una supuesta ciencia económica. Éste es el mundo que ha
estallado por las diferencias sociales, mundo que no se puede recomponer, que
sólo entra en “el margen de error”. Mundo fragmentado por la incorporación de sucesivas
generaciones de jóvenes sin trabajo, con familias disueltas o simplemente
inexistentes, iniciados a edad temprana en el consumo de lo peor de la droga,
con déficits alimenticios y de atención médica, sin tener expectativas a lo que
pueda ofrecerles la vida sino que su
esperanza es a una muerte segura y temprana.
Su única espera consiste en esperar la
muerte y su única certeza es esta espera. La muerte real será, para un sujeto
parido en los márgenes de la vida, lo único que le garantizará seguridad.
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