viernes, 25 de mayo de 2012





De violencias, criminalización y discriminación de niños y adolescentes

                El texto que se acompaña fue publicado en el número de la revista “Imago” del 16/VI/2009, publicación del campo psi.                                                                                   

                                     - La degradación de la vida cotidiana es una de las formas como podemos leer que se inscribe la violencia pero de lo que trataremos es de la violencia con niños y con jóvenes y de la judicialización, criminalización y discriminación de éstos en función de requerimientos que se muestran paradojales: mientras se arroja a amplios sectores de la población a la miseria, el hambre y la marginación se insiste en estructurar una sociedad de acuerdo a parámetros que determina una clase social. La paradoja se da en que hay una crisis social, económica y subjetiva y se intenta medir con los mismos parámetros a todos los sujetos mientras que la “igualdad” seguiría siendo una mera ilusión donde poder referenciarnos.

                                      - La criminalización del niño, el púber y el adolescente nos puede adelantar un mundo sin categorías de pensamiento donde el niño y el joven sean, en la “cabeza” de los adultos, no niños y no jóvenes. Una ley - desde la juridicidad - no soluciona el problema; la sociedad debería poder aceptar que hay por lo menos dos generaciones de niños y jóvenes que están en situación de riesgo y algunos han pasado el límite de ese riesgo al estar arrojados a la pérdida tanto de sus posibilidades subjetivas como físicas: es decir que muchos de estos niños y jóvenes están ya sumidos en la catástrofe y son irrecuperables. El ejemplo de esto son los denominados “chicos fantasmas” que habitan en el interior de alguna villa y que son llamados así por los propios habitantes de estos asentamientos: quiere decir que nunca saldrán, nunca accederán ni siquiera a hacer malabares en la avenida 9 de Julio, están condenados a morir ahí donde están, abandonados dentro mismo del asentamiento. A esto se ha llegado con el agravante que, en determinadas situaciones, si los detectan consumidores, no son atendidos en las guardias de algunos hospitales y si se los atiende se les hace la cura imprescindible –si llegaran lastimados, heridos o enfermos– y se los devuelve al asentamiento. Devolución: significante a tener en cuenta, así como el cartel que dice en la entrada de un servicio de salud mental de la Ciudad “autónoma” de Bs. As.: “No se atienden pacientes psicóticos”(sic!) o aquel otro que “reza”: “No se atienden pacientes drogadictos”(¡!!), dentro de poco tiempo se llegará a anunciar, para inspiración de José Saramago: “En este hospital no se atienden enfermos”.
                                       - Niño, púber, adolescente son categorías conceptuales que -  acompañando a un nuevo mundo productivo– se desarrollaron desde finales de la Edad Media y los orígenes de la Modernidad en Occidente, y que correspondió a nuevas formas de entender el mundo de la niñez que poco a poco se fue incorporando como concepción al universo todo: el niño dejó de ser un adulto en miniatura para pasar a ser considerado un sujeto que tenía su mundo y al que correspondía acercarse desde categorías conceptuales específicas. Este mundo infantil tiene sus propias categorías y leyes de funcionamiento con sus ilusiones, fantasías, ensueños, sueños, juegos y realidades, y es lo que está en riesgo de ser arrasado con la aniquilación de su espacio vital y conceptual desde nuestra propia cosmovisión etnocéntrica del mundo y de la vida. De esto deberíamos estar avisados: el mundo que se avizora es un mundo en donde los niños y los jóvenes conviven con la degradación con que los obliga el mundo de los adultos. Y con la violencia que este mundo de adultos los abusa sobre sí y a ejercer sobre el otro.
                                       - La marginación de niños, púberes y adolescentes de otra clase social no se toma por categorías de clasificación para diferenciar por edad, condición social, etc. sino que abarca a todos los miembros que conviven en esta misma sociedad y de esta clase social, poniendo en evidencia la contradicción del ilusorio paradigma de igualdad.
                                  
                                         - El resultado es que están desapareciendo las categorías conceptuales con que nos había arropado el pensamiento de la modernidad: ahora, para el pensamiento de la “nueva derecha” ya no quedan ni niños ni jóvenes, se intenta criminalizar y de hecho se los criminaliza a todos por igual y aquellos que son efectivamente delincuentes son llamados, denominados por los medios, “los chicos”. Pero aquí, la palabra cumple la “función tero”, como la denominara Oscar Masotta: que grita en un lado y pone el huevo en el otro. La palabra muestra pero al mostrar esconde ¿Qué muestra? Que los niños a judicializar son los de una clase social, y los niños y jóvenes a quienes se les otorga el “beneficio de la duda” y la denominación de “chicos” y “jóvenes empresarios” pertenecen a otra clase social que usufructúa, sin códigos ni normas, los beneficios de su lugar en la estructura social: es éste el mundo al que estamos asomados, es ésta la proximidad de la tragedia que debemos pensar y hacia la que sugiero dirigir nuestras reflexiones y nuestros actos. Lo que está velado, lo que esconde esta lengua “malinche” es que se “hace” diferencia en como se los denomina en esta ilusoria democracia formal
                                            - Universo del lenguaje que esconde y muestra... discriminación y segregación por el color de piel y por los bienes que se posee, violencia y arrogancia de clase y de raza. En esta vidriera están los “lindos, blancos y buenos” y del otro lado –donde el espejo ha estallado–los “feos, sucios y malos”, mundo a esconder y a mostrar pero para producir segregación y rechazo, universo a separar y a expulsar y que se exterioriza, se muestra en el acting de violencia y muerte sin sentido.
                                               Éste es, quizás, el indicador que angustia: la falta de sentido de muchos de los actos a los que asistimos, niños que cumplen órdenes de algún “crumiro”, explotador de menores o de otras instancias sociales en las que está inmerso. Esta es la forma que muestra como el extremo de la explotación y la discriminación se expresa: niños arrojados a la prostitución, al consumo, al asesinato, lobotomizados sociales, robotizados por el poder o el explotador de turno.
                                               - Éste es el universo “total”, universo producto de la “ciencia estadística” donde el sujeto no es tenido en cuenta, donde el sujeto desaparece (nueva figura de la desaparición): éste es el mundo sin discriminar por su historia vital y su lugar en la constelación familiar y es éste un universo que se “vende” como igualitario y, como consecuencia, un número de una estadística a tener en cuenta por una supuesta ciencia económica. Éste es el mundo que ha estallado por las diferencias sociales, mundo que no se puede recomponer, que sólo entra en “el margen de error”. Mundo fragmentado por la incorporación de sucesivas generaciones de jóvenes sin trabajo, con familias disueltas o simplemente inexistentes, iniciados a edad temprana en el consumo de lo peor de la droga, con déficits alimenticios y de atención médica, sin tener expectativas a lo que pueda ofrecerles la vida sino que su esperanza es a una muerte segura y temprana.
                                     Su única espera consiste en esperar la muerte y su única certeza es esta espera. La muerte real será, para un sujeto parido en los márgenes de la vida, lo único que le garantizará seguridad.

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